El asombroso caso de Luciano Pozo:

Domingo 26 de junio, ellos vienen marchando - peleando por la tierra - son parte del Frente Nacional Campesino y se autodenominan “el otro campo”. Nosotros les abrimos las puertas de La Pachamama para que puedan descansar, pero también para conocer su lucha, para escuchar, para entender, para abrazar, para cobijarlos, en definitiva por solidaridad.

Ese domingo conocí a Benjamín Sarabia, el venía desde La Florencia en la provincia de Formosa. Ni bien tuvimos la oportunidad nos sentamos a charlar, intentando una entrevista para la radio, pero me fui dando cuenta que necesitaba hablar, contar su historia, descargarse, largar toda la mierda que tuvo que vivir en estos años. Esa necesidad de hablar se entiende desde que uno piensa que se trata de alguien que sufrió castigos, injusticias, destierros pero su historia no aparece en ningún lado y su voz cargada de reclamos se ahoga en el aire caliente de su pequeño pueblo. Necesita que se lo escuche, que se lo entienda, y a pesar de los castigos y las angustias tiene esperanza, sostiene sus banderas y no renuncia a su lucha.

Mate caliente para palear el frío característico del més de junio, y mi primer pregunta es...

¿Qué significa esta marcha que empezaron desde tu Fomosa natal y que recorrió pueblos a lo largo más de 1700km?

La primer respuesta es tan categórica, que por suerte me deja mudo para toda la entrevista; “...represento a todo mi pueblo y estamos peleando para que no nos roben la tierra. Pero cuesta mucho, la marcha puede cansar, y más porque se extraña a los seres queridos que se quedaron La Florencia. Mi viejo murió hace unos días y yo no pude estar...”

Después continuó hablando durante casi 30 minutos, que fueron su catarsis, y me permitieron conocer la impunidad con que los poderosos pueden actuar en aquellos lugares perdidos en las profundidades, en donde la justicia para los pobres resulta un privilegio al que nunca acceden. La voz de nuestro interlocutor nos permitió recorrer una historia, que guionada sería una muy buena película tragicómica que podría titularse “La asombrosa historia de Luciano Pozo”.

Primer acto: “El robo”

Jorge Bellsola Ferrer compra las tierras en las que viven Benjamín, y otras 180 familias, desde toda la vida. A estas duras tierras formoseñas las trabajaron sus padres, sus abuelos y sus bisabuelos, que nacieron y murieron en ese paraje. Resulta que el inversor bonaerense las compra en una transacción que parece una actividad económica normal, pero si se observa el precio pagado por la hectarea uno se encuentra con la increíble suma de...”$4”. ¡Si! Escuchó (leyó) bien, por menos de lo que se paga por un litro de nafta o un paquete de cigarrillos este terrateniente compró cada una de las hectareas de las tierras en donde viven, y de la que viven, los habitantes de “La Florencia”.

Segundo acto: “La Ley siempre al servicio de los ricos”

Los nuevos dueños – la familia Bellsola Ferrer, con domicilio legal en la ciudad de Moreno - quieren empezar a recuperar su inversión y para esto pretenden, y exigen, que el estado ejecute el desalojo de su propiedad. Entonces empiezan a mostrar y desplegar cada una de las herramientas legales necesarias para “convencer” a los habitantes de La Florencia.

Inicialmente intentan “explicarles” que debían salirse porque las tierras han sido compradas, y que con los nuevos dueños se venía el progreso – se reconoce que no fueron originales, este argumento fue utilizado para el mismo fin desde tiempo inmemoriables -. Pero en esta oportunidad no se lograron buenos resultados...

Entonces había que pasar a la opción dos; primero mandar sus patotas para intimidar y reprimir. Finalmente, siempre listos para lo que sea necesario, se puede disponer de toda la fuerza de la ley y de las intituciones que garantizan “la defensa de la propiedad privada”. Dicho de otra forma más acorde al recorrido de la historia hay que materializar “el robo” inventándoles causas a los pobladores. Así fue que aquellos que encabezaban la resistencia al desalojo fueron a parar a la carcel por robo y destrucción de una vivienda que no habían pisado.

Fueron meses de prisión, de torturas psicológicas, de recorrer juzgados para defenderse en una causa armada, de no ser escuchado por los jueces ni por las autoridades. Tanto eran los intereses en juego que casi todos los habitantes de “La Florencia” sufrían persecusiones, amenazas y golpes. Las fuerzas de choques eran encabezadas por la policía formoseña – de larga experiencia en esto de garantizar los robos de las tierras, como buen ejemplo podemos recurrir a los atropellos y represiones que sufrieron los QOM de La Primavera-. Durante aquellos meses de 2008 hubo solo una persona a la que no pudieron encontrar, ni reprimir, ni encarcelar se llamaba Luciano Pozo y tenía pedido de captura librado por el juez de la causa, de apellido Shafer.

Tercer acto: “La dificil captura del rebelde Luciano”

Una patrulla de la policía formoseña del departamento Ingeniero Juarez se acercó al lugar indicado. Van a buscar a Luciano Pozo para llevarlo ante el Juez, y seguramente correrá la misma suerte que las otras 20 personas procesadas, va a terminar en la carcel. Llaman a la puerta de cañas y nada, Luciano no se encuentra, es más en ese lugar parece que no vive nadie. Asé es que se suben al patrullero nuevamente, y deciden investigar un poco para ver si pueden ubicarlo en otro lugar.

Preguntan a los pocos pobladores que cruzan, y nadie sabe donde encontrarlo, nadie les contesta siquiera - resulta razonable pensar que en “La Florencia” la policía no sea bien vista -. Sin demasiadas novedades deciden volver al domicilio del prófugo para revisar mejor y buscar algún dato, alguna pista que les permita resolver el problema. Fuerzan la puerta y se meten en la precaria casa y, confirman que ahí, en ese lugar no vive nadie desde hace mucho tiempo. Con decidia, agotados y con muchas ganas de tirarse a la sombra de esos árboles que se ven atrás de lo que en alguna época fue una pequeña huerta, intentan recorrer los 40 o 50 metros que los separa. Así es que ni bien pasan la pequeña pirca de piedras se encuentran con... ¡Un enorme pozo utilizado como resorvorio natural para contener agua!

¡Sí! Ante ellos se encontraba el prófugo en cuestión, se trataba del pozo del viejo Luciano, un antiguo poblador del paraje.

¡¡¡Decididamente la justicia formoseña entraba en los anales de la historia pidiendo la captura de un pozo!!!

Cuarto Acto: La libertad pero... ¡La lucha continúa!

Luego de 7 meses de encierro Benjamín y los suyos logran la libertad. Primero pudieron dar con un abogado que no se vendió y luego demostraron que la causa estaba armada.

Ahora con más fuerza que nunca están decididos a defender su tierra, y le exigen al gobierno nacional que le otorgue un título de propiedad comunitaria y colectiva a los históricos pobladores de “La Florencia.”

La imágenes de esta película seguramente mostraran la inmensa pobreza de los habitantes del paraje, que en general viven monte adentro en casas de tierra y ramas. En donde el agua potable es un privilegio inaccesible y la única energía eléctrica conocida es la de los rayos de una tormenta veraniega. La vida cotideana es áspera y dura, solo pueden sobrevivir gracias a la agricultura y la ganadería a pequeña escala. En esas mismas imágenes no puede faltar la precaria salita de primeros auxilios para atención médica, ni la falta de medios de transporte – solo algunos pueden tener el privilegio de contar con una moto -.

¡¡¡A ellos que son pobres de toda pobreza les quieren robar la tierra - y con ello su historia -!!!

Si me preguntan por el final de la película, les digo que está abierto. Probablemente tengamos que pensar que las influencias de Jorge Bellsola Ferrer logren torcerle el brazo a los pobladores, y se haga de las tierras. Pero también reconocemos que nuestros pueblos, esos que han sufrido miles de derrotas, también saben que la lucha se pierde cuando se arrian las banderas, cuando los poderosos con todas sus herramientas logran romper los lazos de solidaridad.

Ojalá seamos capaces de dejar de ser testigos de la historia, resulta indispensable que se deje la comodidad de las butacas que cobijan a los espectadores de la película y nos hagamos protagonistas acompañando las luchas “de los de abajo”. Levantemos las banderas para defender la propiedad colectiva de las tierras de La Florencia, y echemos a los usurpadores - y a sus cómplices-. Así de esa forma, quizá podamos escribir colectivamente un final diferente y por supuesto... ¡¡¡Más justo!!!


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