Sobre impuestazos y oposiciones pérfidas

En una instancia inmejorable para este blog, dando lugar por primera vez hacia su interior, lo que siempre intentamos como esgrima constructiva hacia afuera, de asistirnos en otros para contestar al concierto aturdidor de las voces dominantes, invitamos a nuestro joven amigo Nico Rodríguez a que nos hiciera una pincelada narrativa sobre los sucesos políticos locales en los cuales el poder ejecutivo municipal de Río Tercero intentó aplicar un impuestazo a los sectores más desguarnecidos de la sociedad.
No es casual la apuesta que hacemos, Nico es un emergente de la juventud comprometida de nuestra pequeña patria y porque él mismo aportó en este caso particular, lo más rescatable del grupo que encabezó la resistencia política a la intentona cavallística de Brouwer de Koning.

Queremos saber de qué se trata
(Por Nico Rodríguez)
Cuando los pactos censuraron a la política, y la constitución de 1994, surgida de la necesidad de consolidar el modelo neoliberal, estableció en su artículo 22 que: “El pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes”, conjunta e implícitamente se decidió relegar al ciudadano al cumplimiento de un mero ejercicio electoral, esto es, a definir cada cuatro años, como dice el gran Eduardo Galeano, con que salsa queremos ser comidos.
El radicalismo empezó el mes de mayo en la ciudad de Río Tercero con un nuevo intento de atropello sobre los vecinos de la ciudad, sin informar a la población, a los medios de comunicación o de descomunicación (según cada quien lo prefiera) se decidió aprobar, “entre gallos y medianoche” un proyecto enviado por el intendente valijero, don Luis Brouwer de Koning, que preveía un nuevo aumento a las tasas sobre la propiedad. En primera lectura, en dicha sesión realizada más a las espaldas del pueblo que nunca, el proyecto broweriano contó con los votos alineados y alienados de sus “correligionarios” los concejales radicales a los que se les sumó el inefable Rodolfo Arribas, quien parece que cada vez reniega menos de sus orígenes rojiblancos. La iniciativa inicial conllevaba un aumento generalizado del 96% para el caso de los terrenos edificados y del 400% para los terrenos baldíos. Pero ¡ojo! en una inusitada muestra de compasión hacia el que menos tiene, nuestros beneméritos representantes, rebajaron con soda el castigo para los primeros, el aumento terminó siendo de “solo” un 75%. Se constituía así una iniciativa que llevaría a la gestión de este intendente a una sumatoria de aumentos impositivos, desde que asumió en 2003, que rumbea el 257%.
La reacción popular no se hizo esperar, y la resistencia desencadenada ante el proyecto radical, nos encontró gritando a los oídos sordos del oficialismo y la oposición el jueves posterior a la medida unilateral. A cambió de eso, la ciudad recibió la muestra de despreció más grande que se haya conocido en los últimos tiempos, los concejales no concurriendo a cumplir su obligación de dar explicaciones, hicieron caer la sesión ordinaria por falta de quórum, a esta movida se les sumó de manera extraña el concejal pejotista Abel Domínguez.


Lo cierto es que la arrogancia les duró poco, y pese a la manifestación en la afueras del espacio legislativo, los concejales concurrieron el día siguiente con una sola misión, aceptar un pedido realizado en ese mismo momento por los vecinos, para solicitar un llamamiento a Audiencia Pública. Por mayoría, el levantamanos radical fijó un día y horario insólitos, un lunes a las 12:00 hs era el momento que el monstruo consideraba ideal para que la gente se exprese.
Llegado el dia D para la expresión popular, el lunes pasado, con el fin de aquietar los ánimos se logró una “victoria”, el recién llegado de medio oriente jefe comunal, decidió bajar línea a sus compinches para reducir el aumento sobre los terrenos edificados a la mitad, el 37,5% manteniendo el 400% para el caso de los baldíos. La parte sustantiva se escuchó en cuanto a la fundamentación del achique, dijo Brouwer irónicamente, que “la municipalidad no tiene problemas económicos” y cargó las tintas contra el gobierno nacional. Minutos después del anuncio, cuando parecía todo listo para que la gran cantidad de concurrentes a la audiencia se expresara, los ya golpeados vecinos sufrieron los embates de otro monstruo grande de los que pisan fuerte, la mezquindad política de algunos dirigentes de la oposición pejotista-rojista, apremiados por los tiempos electorales y con la clara intención de obtener presencia mediática como sea, objetaron la convocatoria, porque según dijeron, la misma estaba “floja de papeles”. Sea como sea, y con el ánimo de promediar la crónica del orden de cosas, lo cierto es que el triste vecino se volvió a casa con las ganas de mirar a la cara a sus representantes mientras exponía sus problemas, personales y comunales. Más allá de la cuestión impositiva y de los manejos políticos nuevamente oficialismo y oposición encontraron la forma de hacer oídos sordos ante quienes deben escuchar, hacia los que “no deliberan ni gobiernan”. La exigencia sigue en pie, hoy como ayer el pueblo riotercerense quiere saber de qué se trata, como aquel de hace casi doscientos años en mayo de 1810, como aquel de octubre del 45 y de mayo del 69.


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